martes, 21 de marzo de 2017

La velocidad del pensamiento

¿Qué se mueve más rápido, la luz o el pensamiento? Habrá quien responda que tienen la misma velocidad. Los pensamientos se transmiten entre neuronas, células que tienen electricidad, luz, por lo que no debería haber diferencia entre uno y otro, mas lo cierto es que la hay.

El fin de semana que pasó induje un sueño lúcido con el objetivo de explorar una situación que me interesa. Quería experimentarla por adelantado para saber si ganaría o no algo, en términos de transformación personal, trabajando para alcanzarla.

Cuando adquirí lucidez me encontré en la entrada del sitio donde se dará la situación. Había varias distracciones disfrazadas de niños malcriados, entonces pensé en entrar al lugar y recorrer todo el trayecto hasta el sitio que elegí como ideal para la visualización onírica, luego recordé "es un sueño". No tenía que caminar, flotar, volar ni nada de eso, bastaría con desear estar allí para lograrlo. Cerré los ojos sin miedo de perder la lucidez, me concentré en el objetivo y cuando volví a abrirlos estaba allí, con los elementos que me hacían falta y en compañía de quienes creo estarán allí. La nitidez era baja pero la emoción intensísima, al punto que me sacó de ese nivel, perdí la lucidez y tuve un falso despertar. Hablé con una figura que hacía las veces de un familiar, le expliqué lo que intentaba hacer. Se alejó para que siguiera en lo mío y aunque lo intenté sobrevinieron las alucinaciones hipnopómpicas.

Este sueño me gustó mucho, no por las imágenes en alta resolución ni por la duración, me gustó porque fue una prueba real, real de otra realidad, una prueba de que lo que me impide lograr lo que quiero son mis creencias, ese tema que he estado estudiando tanto últimamente y que poco a poco entiendo mejor.

viernes, 10 de marzo de 2017

Burbujas y cierres

Una de las indicaciones que doy, desde hace años, para dormir mejor y con más tranquilidad es la de hacer un cierre energético antes de entrar en la dimensión onírica. El procedimiento básico es muy sencillo.

El durmiente debe imaginar que está rodeado por una burbuja verde (color asociado con el amor universal) o violeta (para propiciar la transformación). Los detalles dependen de cada quien, que puede agregar olores, texturas, sabores o incluso dibujar símbolos reiki o alquímicos para reforzar la sensación de protección.

Durante un tiempo me pregunté si estaba tomando distancia del mundo al hacer este ejercicio y dejé de practicarlo. Esas noches dormí bien, sin embargo noté que mis sueños se hacían más difusos y, como consecuencia, difíciles de recordar en su totalidad. Sabía el tema, conocía a los personajes pero los detalles se me escapaban. En esa época, antes de cambiar de estado de consciencia me enfocaba, si es que vale este término, en el Cosmos. Enviaba buena vibra a la humanidad, al planeta, a la galaxia y así seguía.

Después de una reunión con Diego, un contertulio soñador, me propuse volver a cerrarme, dibujar de nuevo con mi mente burbujas de luz antes de dormir para ver si había algún cambio en la calidad de mi memoria nocturna. Luego de hacer este ejercicio durante siete noches seguidas empecé a ver un cambio. Poco a poco mis recuerdos oníricos fueron ganando nitidez, por lo que me era más fácil sostenerlos en el día y apuntarlos en mi nocturnario. Ahora puedo decir que sí, que los sueños que se tienen “dentro” de la burbuja son distintos de los que se tienen “afuera” de ella. La burbuja luminosa, como la veo, es una nave que me transporta a otras dimensiones de forma segura y calma, pero que no por eso me impide conectarme con otros seres ni con otros lugares. Como me dijo alguna vez un soñador con más experiencia que yo “mi puerta está bien cerrada”, lo que quiere decir que soy yo la que pone las condiciones para la interacción conmigo en esas realidades alternas, algo que está bien aquí y allá, pues el respeto y la seguridad están basados en los límites sanos.

Saber la diferencia que hay en los sueños, dependiendo de mi posición respecto a las burbujas mentales, me ayuda a incubar viajes nocturnos de un modo más preciso y me recuerda que puedo controlar la realidad mejor de lo que creen muchos mortales.