Una de las indicaciones que doy, desde hace años, para dormir mejor y con más tranquilidad es la de hacer un cierre energético antes de entrar en la dimensión onírica. El procedimiento básico es muy sencillo.
El durmiente debe imaginar que está rodeado por una burbuja verde (color asociado con el amor universal) o violeta (para propiciar la transformación). Los detalles dependen de cada quien, que puede agregar olores, texturas, sabores o incluso dibujar símbolos reiki o alquímicos para reforzar la sensación de protección.
Durante un tiempo me pregunté si estaba tomando distancia del mundo al hacer este ejercicio y dejé de practicarlo. Esas noches dormí bien, sin embargo noté que mis sueños se hacían más difusos y, como consecuencia, difíciles de recordar en su totalidad. Sabía el tema, conocía a los personajes pero los detalles se me escapaban. En esa época, antes de cambiar de estado de consciencia me enfocaba, si es que vale este término, en el Cosmos. Enviaba buena vibra a la humanidad, al planeta, a la galaxia y así seguía.
Después de una reunión con Diego, un contertulio soñador, me propuse volver a cerrarme, dibujar de nuevo con mi mente burbujas de luz antes de dormir para ver si había algún cambio en la calidad de mi memoria nocturna. Luego de hacer este ejercicio durante siete noches seguidas empecé a ver un cambio. Poco a poco mis recuerdos oníricos fueron ganando nitidez, por lo que me era más fácil sostenerlos en el día y apuntarlos en mi nocturnario. Ahora puedo decir que sí, que los sueños que se tienen “dentro” de la burbuja son distintos de los que se tienen “afuera” de ella. La burbuja luminosa, como la veo, es una nave que me transporta a otras dimensiones de forma segura y calma, pero que no por eso me impide conectarme con otros seres ni con otros lugares. Como me dijo alguna vez un soñador con más experiencia que yo “mi puerta está bien cerrada”, lo que quiere decir que soy yo la que pone las condiciones para la interacción conmigo en esas realidades alternas, algo que está bien aquí y allá, pues el respeto y la seguridad están basados en los límites sanos.
Saber la diferencia que hay en los sueños, dependiendo de mi posición respecto a las burbujas mentales, me ayuda a incubar viajes nocturnos de un modo más preciso y me recuerda que puedo controlar la realidad mejor de lo que creen muchos mortales.
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