miércoles, 27 de enero de 2016

Resultados del segundo experimento onírico

Comienzo recapitulando para que quien recién se acerca a este tema entienda de qué se trata todo.
Hace unos meses organicé un experimento grupal para intentar provocar sueños lúcidos, tanto en quienes ya los habíamos experimentado alguna vez como en quienes no conocían esta experiencia. El grupo inicial era de más o menos doce personas que, al final, quedó reducido a la mitad, de éstas sólo dos logramos el objetivo, sin embargo en el camino surgieron inquietudes nuevas y consecuencias positivas.

Algunos fueron capaces de recordar sueños con más frecuencia y otros de mejorar la calidad de su descanso. Así las cosas decidí emprender otro experimento, uno en el que el objetivo era asistir a clases espirituales en una dimensión diferente de la física a través de los sueños.

Como era natural la convocatoria fue menos nutrida. La enseñanza no es tan espectacular ni tan atractiva como la posibilidad de adquirir lucidez dentro del estado onírico, pero esto no nos desanimó a quienes decidimos continuar.

Al final del experimento, que duró dos semanas –en las que nos concentramos en una imagen, una pieza musical y una invocación– les pedí a los soñadores que me enviaran sus impresiones. Lo que descubrí fue inesperado y sorprendente.

Los siguientes son los hechos que más llamaron mi atención:

1. La primera noche M. R. y yo despertamos cuatro veces sin razón aparente, lo que nos llevó a recordar sueños que tuvimos en varios ciclos.

2. B. S. decidió hacer una lista de reproducción en la que la música señalada sonaba varias veces. Hacer esto intensificó su actividad onírica pero también interfirió con la calidad de su descanso, por lo que poco después dejó de oír la música de este modo.

3. D. F. y yo soñamos con casas en las que vivimos hace varios años. En mi caso la que vi en sueños no es un escenario habitual (suelo soñar con otras casas en las que viví), cambio que se lo achaco al experimento. D. F. y yo también soñamos que viajábamos de noche en buses.

4. B. S. y yo soñamos con puentes, estructura presente en el sitio físico al que hace referencia la invocación del maestro Lanto.

5. Tanto D. F. como yo soñamos con referencias a culturas orientales y Asia es el origen del maestro Lanto. D. F. soñó que estaba en un país de esa geografía, yo soñé con torres típicas de templos construidos en Tailandia.

6. M. R. y G. A. soñaron con el color naranja en objetos y espacios.

7. G. A. soñó con un recinto luminoso en el que a veces había cuatro siluetas mientras que en otras había seis. Como era de esperarse no todos siguieron las instrucciones todas las noches, por lo que a veces éramos más y otras menos concentrados en la experiencia.

8. B. S. y yo trabajamos en situaciones que nos preocupaban.

9. La noche última soñé literalmente que estaba tomando clases en una escuela espiritual.

10. Y para el final la coincidencia más espectacular. G. A. y D. F. no se conocen, además viven en países distintos y, hasta donde sé, sólo están conectados a través de mí y del maestro Lanto, el ser espiritual que usamos como foco de nuestros ejercicios, sin embargo ambos reportan haber tocado el mismo tema en sus sueños. Aquí está un fragmento de lo que D. F. relata de su experiencia:

29 de noviembre: (…) Algo interesante de este sueño es que en un momento hablé con una persona que era el papá de una mujer (que por cierto no reconocí) sobre los conceptos de ‘’Espacio’’ y de ‘’Tiempo’’. En realidad no recibí información alguna sobre esto, sino que más bien yo le explicaba a esa persona que había una diferencia en la concepción de estos dos términos, ya que él estaba hablando desde el paradigma moderno y no el posmoderno, que se puede decir es el vigente.

G. A. relata lo siguiente:

(...) la enseñanza era o tenía que ver con la relación espacio – tiempo, esto solo lo sé, pero no lo escuché. Era algo sobre cómo vencer la barrera ilusoria del tiempo. (G. A. no especificó la fecha del sueño.)

Como conclusión quiero apuntar que a pesar de que pudimos soñar con millones, literalmente, de símbolos distintos, los soñadores que nos reunimos en torno a este experimento logramos conectar de algún modo. Sin importar que algunos no nos hemos visto nunca en persona, que vivimos en países distintos y que, por tanto, no dormimos a la misma hora, encontramos puntos de contacto que siguen insinuando que cuando soñamos no sólo descansamos sino que vivimos algo más.