martes, 10 de enero de 2017

Disciplina + Voluntad + Inmovilidad + Conteo = Sueño lúcido

Desde hace días quería inducir un sueño lúcido, en parte por capricho y por otro lado porque quiero conocer a través del mundo onírico a Críspulo, el bisabuelo que eligió morir en la misma fecha en la que yo nacería después.

Hace dos noches lo intenté. Puse el despertador para que sonara 6 horas después de que empecé a dormir, pues la observación de mis ciclos de sueño me ha enseñado que ese es el primer momento de la noche en el que puedo intentar una inducción sin despertarme exhausta y desesperada por seguir durmiendo. A pesar de mi preparación y de mis conocimientos fallé. El despertador sonó y cuando lo agarré para revisar la hora me pareció absurdo que sonara en ese momento, luego recordé mi objetivo pero tenía tanto sueño y estaba durmiendo tan bien que de plano lo apagué y seguí en la inconsciencia en la que estaba. El intento siguiente fue bien distinto.

Contrariando los consejos que doy en un artículo acerca de higiene del sueño publicado en otro blog, me quedé leyendo hasta pasada la una de la mañana. El libro (Corea: apuntes desde la cuerda floja de Andrés Felipe Solano) relata experiencias que quiero vivir, así no sepa dónde ni cuándo, por eso fue un reto soltarlo. A esa hora sabía que iba a dormir hasta tarde, ya que puedo, y seguí con la idea, aunque a nivel un poco inconsciente, de inducir un sueño lúcido, pero ya en otro horario y con otra técnica.

En la mañana, como suele ser la costumbre molesta en el edificio donde vivo, empezaron los ruidos de gente, amplificados por la arquitectura del patio interior. Primero me resistí a usar tapones para oídos con tal de levantarme un poco menos tarde, pero pasado un rato seguía sintiéndome cansada por lo que me rendí a la tentación y me puse los tapones. Con la interrupción me había despertado bastante, aunque no había abierto los ojos. En ese momento se me ocurrió que podría practicar un ejercicio de entrada al sueño con conteo e inmovilidad. Me puse cuerpo a la obra.

Según Mariana, la administradora y fundadora de slucidos.com, para aplicar esta técnica se debe tratar de conciliar el sueño en total inmovilidad. Ella, para acentuar los efectos, pone los brazos por encima de la cabeza y espera hasta que siente la necesidad imperiosa de cambiar de posición para, con un movimiento rápido y limpio, acomodarse en la que será la posición definitiva y de entrada al sueño lúcido. Esta mañana, recordé sus prácticas, junto a otra que leí en El sueño lúcido de Guillermo Pérez y me acomodé de medio lado para lograr mi objetivo. En ese punto usé dos técnicas de conteo, primero la de “uno, estoy soñando; dos, estoy soñando; tres, estoy soñando...” pero aunque las alucinaciones (¿hipnagógicas o hipnopómpicas?, en ese momento de la mañana es difícil saberlo) empezaron a acentuarse sentí que el repetir una frase tan larga me distraía, por lo que antes de llegar a 20 pasé al conteo simple con el que he tenido mejores resultados. 1, 2, 3,... No llevo ningún ritmo establecido, no intento copiar el paso de los segundos ni me enfoco en mi respiración, simplemente cuento de 1 hasta 300, a mi aire, permaneciendo tan quieta como puedo. El límite, 300, lo elegí basada en mi experiencia, ya sé que si paso ese número y no me he dormido no lo lograré en el futuro cercano, por lo que prefiero salir de la cama y hacer algo más.

En la posición que estaba empecé a sentir incomodidad por el peso de mi cuerpo sobre uno de mis hombros. En lugar de desesperarme me concentré en la sensación, algo que creo aprendí del mindfullness, observar sin juzgar. Cuando llegué a 120 con el conteo sentí la necesidad física de cambiar de posición pero sabía que para inducir el sueño lúcido debía resistir y así lo hice. Seguí contando y cuando estaba alrededor de 180 la necesidad de movimiento se hizo fue irresistible. En ese punto recordé los consejos de Mariana y cambié de posición tan rápido y con la mayor economía de movimientos que pude. Me permití un movimiento más, leve, con los pies y seguí con el conteo. Estaba por llegar a 280 cuando empecé a perder la esperanza, ya casi podía imaginar lo que haría después de levantarme pero en ese momento me quedé dormida. Hubo una pausa que no sentí y luego me di cuenta de que estaba soñando, fue una entrada casi perfecta. Exploré mi casa, vi que la ropa de cama era distinta, pensé en volar, alcancé a abrir la ventana de la cocina para salir por ella pero el pensar en que llamaría la atención de los vecinos me desanimó. Tuve miedo de caer y luego me sentí cansada. Me acosté un momento en el suelo y cerré los ojos, pero fue solo un instante, sabía que si me permitía estar más ahí y así perdería la lucidez, sabía que en esta dimensión yacía acostada en mi cama. Me senté y apareció la trampa conocida, el deseo, esta vez vestido de lujuria. Quise satisfacerme sola pero luego pensé en que eso precisamente me haría perder la lucidez, como me ha pasado otras veces. Resistí el impulso inicial pero pronto emergió mi matiz competitivo, ¿y si mejor lo transformaba en un reto?, ¿qué tal si intentaba tener un orgasmo sin perder la lucidez?

Aprovechando la ocasión pensé en traer a un personaje. Deseé estar con el último hombre con el que salí, pero en el fondo sabía que no aparecería, pude ver su rostro con nitidez sabiendo al mismo tiempo que tras la pared que tenía delante estaba otra persona. Quien llegaría sería otro personaje. La mente nunca te decepciona, te da lo que realmente crees que puedes conseguir. Apareció una mujer aproximadamente 10 años menor que yo y poco atractiva, pero qué más daba, estaba ahí para experimentar y no tenía más energía para cambiar su apariencia. Nos besamos, su boca sabía amarga. Luego despierta comprobé que yo tenía la boca un poco amarga, pero en el sueño el sabor se intensificó. Seguimos acariciándonos y riendo, yo no estaba muy emocionada con todo el encuentro pero quería ver cuánto más podría sostener la lucidez. Ella fue al baño a orinar. Al pasar a mi lado le apreté un muslo como jugueteo, a lo que ella respondió con un gritito histérico*. En su ausencia me fijé en una toalla que había sacado de un estante y la guardé otra vez, al regresar me pidió que la dejara afuera porque planeaba quedarse a dormir en mi casa, por lo que usaría la toalla para secarse al día siguiente después de ducharse, entonces le reclamé no era tan cierto eso que me había dicho antes, que tenía que irse pronto. Todo se lo comenté en tono de broma y en inglés. Le dije que ahora era yo la que tenía que ir al baño y cuando me metí en un gabinete debajo del lavamanos empecé a despertar sin darme cuenta. Perder la lucidez no me molestó, me moví un poco y comprobé que estaba en la misma posición en la que me había dormido o casi. Como sea logré lo que pretendía.

Repasando lo sucedido pude llegar a dos conclusiones: 1) Las ganas de orinar se pueden confundir con deseo sexual en un sueño, pero ganas son ganas, son deseos e interfieren con la consecución de los objetivos que te propones, aquí o en el mundo onírico, como señala Alejandro Jodorowsky en su libro Psicomagia al referirse a las lecciones que ha aprendido en los sueños lúcidos; 2) los tibetanos estuvieron brillantes cuando denominaron yoga de los sueños a las prácticas utilizadas para alcanzar la consciencia a través de la actividad onírica. Como las asanas avanzadas características de otras ramas del yoga, la lucidez se alcanza tras práctica y esfuerzo, razón por la cual muchos principiantes se desaniman o se pasan la vida asistiendo a cursos, comprando libros, mezclas herbales y suplementos dietarios que prometen resultados instantáneos con un claro afán de lucro. A mí hay posiciones, asanas de yoga que no me salen ni pagando un millón de dólares, mi cuerpo no está listo para ellas y con los sueños lúcidos es lo mismo.

El ejercicio que hice esta mañana me recordó que puedo hacer todo lo que me proponga pero sólo si junto la disciplina y la voluntad necesarias para alcanzar los resultados que digo son importantes para mí. Seguiré aprovechando esta racha de motivación para ver hasta dónde llego.

*Supongo que el grito fue real y que mi psique y mi doble arreglaron todo para que la escena coincidiera con el ruido. Este tema es un poco extenso por lo que lo tocaré con más amplitud y profundidad en otro artículo.

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Después de compartir este artículo a través de mi lista de correo, recibí la respuesta que pongo debajo. Me gustó porque hace énfasis en aprovechar de un modo valioso una capacidad que todos tenemos pero que más de uno sólo usa para alargar orgías y videojuegos. Espero poder acentuar mi lucidez al punto que señala P., el autor:

Llevo ya más de dos décadas en la práctica del ensueño y como ya te imaginarás, la literatura de Carlos Castaneda ha sido mi principal fuente de información. A través de ella y la propia práctica del Ensueño he llegado a tener un gran control sobre la atención de ensueño. Muy al principio tuve esa tentación de experimentar el sexo en el ensueño, pero desde muy pronto me di cuenta la total pérdida de tiempo que es esa práctica durante la lucidez onírica. Recuerdo a la hermosa mujer que estaba conmigo y me recuerdo diciendo: "NO GRACIAS, TENGO MEJORES COSAS QUE HACER POR AQUI QUE FOLLAR CONTIGO" y salir atravesando la puerta del departamento solo para practicar pases mágicos y posturas de Yoga con mi cuerpo de ensueño. Así las cosas te recomiendo que si logras un WILD como le llaman a entrar directo al ensueño...uses las manos como elemento indispensable para mantener la lucidez de tu ensueño, según mi propia experiencia, no hay nada mejor. Conforme fortaleces tu segunda atención usa las manos, después de la práctica verás como logras mantener la lucidez por lo que parecen ser horas o días dentro del sueño. Así mismo la recomendación es que hagas cosas muy prácticas, observes objetos y regreses a las manos. O uses los objetos para moverte dentro del ensueño a otros escenarios...y una de las prácticas más intensas que he podido corroborar por esos lares...Las posiciones gemelas: "dado tu nivel de lucidez al quedarte dormida utiliza la información de la postura exacta en que te fuiste al ensueño y trata de recrearla en el escenario onírico volviendo a intencionar irte a dormir en exactamente la misma postura en la que iniciaste desde la vigilia. El resultado: el Ensueño más nítido que hayas visto jamás, de hecho el problema entonces será reconocer que sigues soñando, porque jurarías que ya despertaste de tan claro y tan real que se percibe todo durante este tipo de ensueño en particular".